Tanto la caza de conejos en descaste como la caza de codornices, tórtolas y torcaces en media veda conllevan una serie de riesgos derivados del intenso calor de julio y agosto. La clave, como siempre, reside en el sentido común y en saber dosificar nuestro esfuerzo y, en el caso de la codorniz, el de nuestro perro; así como seguir una serie de pautas de actuación que enunciamos a continuación.
Cuidado con el golpe de calor
Los golpes de calor son un verdadero peligro para quien sale al campo en estos meses veraniegos. Todos los veranos, y especialmente bajo el sofocante calor de agosto, el golpe de calor acecha a cazadores poco prevenidos y también a muchos buenos perros de caza.
Sobrepasar los límites normales -cazar hasta que el calor comienza a apretar, llevar agua, parar de vez en cuando en alguna sombra, refrescar a nuestro perro varias veces en la jornada, etc.- puede provocar desde un dolor de cabeza de campeonato hasta un desvanecimiento por soportar altas temperaturas. Y es que el calor, unido a la deshidratación, nos puede hacer pasar una jornada verdaderamente peligrosa.
Hidratarse continuamente, fundamental
Para evitar los temidos golpes de calor mencionados, debemos llevar siempre agua con nosotros, bebiendo a cada rato y refrescándonos el cuello y la base de la nuca para refrescar cuerpo y mente. También es recomendable, como hemos dicho en anteriores ocasiones, cazar con gorra o sombrero, llevar ropa fresca y poco peso encima y utilizar protector solar.
Volviendo a la hidratación, este apartado es enormemente importante para nuestros perros de caza, ya que desarrollan un enorme trabajo de esfuerzo en muy duras condiciones, van cerca del suelo y perciben continuamente el calor que éste desprende, sus patas sufren mucho con el suelo duro y caliente, están mucho tiempo al sol, y reciben una gran cantidad de polvo en suspensión mientras van rastreando por bajo o alto, debiendo incrementar mucho sus respiración para refrescarse un poco.
Buscar zonas más frescas y descansar a cada rato
Si queremos cazar toda la mañana o varias horas continuadas en zonas duras y resecas en días de mucho calor, resulta imprescindible acercarnos a puntos con sistemas de riego, fuentes, abrevaderos u otros lugares donde dejar descansar y refrescarse a nuestros perros varias veces en la jornada; notaremos cómo cazan mejor, rinden más, y sobre todo, están más seguros.
Si no hay zonas así, no tendremos más remedio que llevar varias garrafas de agua en el coche y acudir a él para refrescar a los perros. Además de darles de beber con frecuencia, hay que mojarles la cabeza y el tronco, que se refresquen bien.
Alerta con insectos, culebras y víboras
Otros riesgos propios de la caza en esta época del año son, por ejemplo, las tabarreras, realmente peligrosas para cazadores y perros, pues no las solemos ver, y al pasar junto a un cardo notamos cómo hay pegado un enjambre de avispas que sin pensarlo ni un segundo salen a defenderse.
Si escuchamos a nuestro perro chillar y revolcarse o correr, atentos, porque puede haberle sido atacado por las avispas; en este caso debemos alejarnos del lugar y examinar a nuestro can, pues muchos perros ante varias picaduras sufren inflamaciones de cuidado. Para rebajarlas lo más rápido es hacer barro con la tierra del suelo y aplicar la pasta en los bultos donde le han picado.
En las brozas de las linderas y en los perdidos podemos tener la mala suerte de tropezarnos con culebras o vívoras, y este tema es más serio. Si nuestro perro chilla y acude a nosotros cojeando o asustado, nervioso, jadeando a mucho ritmo, puede haberle mordido una culebra o, lo que es peor una víbora. Hay quien distingue una picadura de otra y si comprueba que es de culebra sigue cazando tan tranquilo, pero estas mordeduras, además de posiblemente venenosas en mayor o menor grado, son muy peligrosas.
Así, debemos llevarnos al perro cuanto antes a un veterinario, quien podrá aplicar el tratamiento adecuado según sus sospechas y examinar con detenimiento la picadura; más de una vez el perro lleva dentro un colmillo de la víbora, que deberá extraerse.
¿Qué podemos hacer ante esto? En jornadas en las que sabemos que vamos a estar repasando linderas y manchas de brozas o bordes de arroyos, no está de más cazar con polainas. También, cuando nos vayamos a sentar a descansar en alguna sombra –algo obligado tanto para nosotros como para nuestro auxiliar canino- debemos mirar bien el entorno, especialmente si son piedras.
Igual precaución debemos llevar antes de dejar que nuestro perro entre a una charca o bebedero a refrescarse, repasando bien antes los bordes de estos puntos de agua, pues con las altas temperaturas muchos “bichos” buscan el frescor de las fuentes y charcas en verano.
(Texto: Miguel F. Soler. Fotos: Alberto Aníbal-Álvarez)
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