martes, 26 de octubre de 2010

jueves, 21 de octubre de 2010

MONOLOGO DE UN ZORRO DE HUEVAR

HOLA AMIGOS, SOY UNO MÁS DE LOS ZORROS QUE HABITAN EN EL COTO DE HUEVAR Y ME GUSTARÍA DIRIGIR UNAS PALABRAS A TODOS AQUELLOS QUE SE HACEN LLAMAR CAZADORES.
PUES BIEN SABIDO ES, QUE NOS DEFINEN COMO ENEMIGOS PERO DE UN TIEMPO ATRAS OS VEO MAS BIÉN COMO TODO LO CONTRARIO.
HABEIS SACADO LEYES QUE CADA VEZ MÁS MENOSCABA LA ELECCIÓN DE LA CAZA, HUNDIENDO EN DERECHOS,OBLIGACIONES Y PROHIBICIONES AL CAZADOR. TODO ESTO HA LLEVADO QUE, A LOS QUE ANTES ERAN CAZADORES DE ANTAÑO, PASEN A MI BANDO SIENDO UN FURTIVO MÁS EN EL COTO; Y PARA SER SINCERO, YA CON NOSOTROS SOBRAMOS QUE SOMOS MUCHOS. SIN MÁS EL OTRO DIA ME ENCONTRABA HUYENDO DE UNO DE ESTOS CAZADORES CUANDO SE PRESENTÓ UN ÁNGEL DE LA GUARDIA VESTIDO DE VERDE, QUE ADEMÁS DE PARAR A ÉSTE Y QUITARLE LA ESCOPETA ,POR NO SE QUE DE ESTAR CERCA DE UN ARROYO QUE YO NO CONOCIA Y YA LLEVO VARIOS AÑOS VIVIENDO AQUI, ME DEJO ESCAPAR.
BUENO SIN MÁS AGRADECER A ESTOS BUROCRATAS QUE ANTAÑO ME LLAMABAN CARROÑERO, FURTIVO Y ALIMAÑA ESTE CAMBIO DE ESTANDING Y QUIEN SABE MAÑANA QUIZÁS....¿ANIMAL EN PELIGRO DE EXTINCION?...

domingo, 10 de octubre de 2010

viernes, 8 de octubre de 2010

Así debe ser el buen perdicero

A horas de que comience la temporada general de caza menor en algunas de las comunidades autónomas más emblemáticas de nuestro país, os damos los mejores consejos para disfrutar al máximo de vuestras jornadas cinegéticas tras nuestra querida patirroja.

1. Máxima implicación

Quien camina por el cazadero no caza, sólo avanza sin la necesaria atención ni ese tan necesario estar centrado. El perdicero ha de estar centrado y concentrado al máximo en cada momento para poder apostar por una estrategia u otra, entrar por cierta zona en función de por dónde esperamos tirar, aprovechar el viento de cara y de espalda según nos convenga, etc., pero, sobre todo, estar en consonancia con el día, con el momento y las perdices de ese escenario. Hay que sentir el campo, dejar que nos llegue información y poder analizar todo lo que influye en nuestra dinámica. Y para ello es necesario estar implicado, volcado de lleno en la acción de caza. Sólo así se decide acertadamente, respondemos al trabajo de nuestro perro y aprovechamos los lances, pudiendo además decidir cuándo es prudente y adecuado tirar y cuándo hay que esperar una ocasión mejor.

2. Cuantificar la presión

Tanto a las perdices que nos proponemos seguir en cada jornada, como al conjunto del cazadero. El buen y eficiente perdicero debe cuantificar su acción en relación a los recursos que tiene para esa temporada, y para ello hay diferentes puntos de vista. Hay quien deja de cazar en un rodal u otro cuando ya los bandos están mediados o terciados (donde había diez, ahora quedan cuatro, por ejemplo). También hay quien caza primero en una zona del coto y después en otra, dividiendo así la presión en la temporada. Otra alternativa pasa por hacer una estimación de capturas según veamos cómo está el campo a primeros de temporada, e ir adaptando este cupo global según responda el coto y la climatología. No seamos predecibles y obstinados, es decir, no apostemos que “este año me tengo que colgar setenta” y tener que cumplirlo sea como sea. Caza con mesura y aprende a ver donde antes sólo mirabas, y a escuchar al campo donde antes solamente oías. ¿Un día bueno y con caza? A por el cupo de la jornada. ¿Un día negado por la climatología o porque quedan cuatro pájaros? A cazar con los sentidos y para nuestro perro. Esto es crecimiento para el cazador perdicero.

3. Tirar sólo cuando la perdiz lo ‘pide’

Cada perdiz, en cada cazadero, ‘pide’ cuándo debemos tirar; los perdiceros veteranos me comprenden. Los ensayos continuados tirando perdices claramente largas, querer tirar desde que pisamos el campo al amanecer o no dudar en cómo y en qué condiciones tiramos -caso de pájaros que cruzan un río, vuelan hacia una cañada impracticable, hacia un cercado, etc.-, hacen que el perdicero no sólo no lo sea, sino que esté restando recursos para otro momento, otras circunstancias y hasta para otros cazadores. Equilibrio; ante todo, equilibrio. Por ello debemos tirar solamente a pájaros en su distancia, o justo cuando las perdices están amagadas o sesteando y salen ‘pidiendo’ el lance. Todo radica en aprender y diferenciar lances casi asegurados (reducimos el número de piezas heridas y no cobradas) de los que son puro experimento. 36 gramos de sexta a cincuenta metros ‘pinchan’ muchas y hacen que cobres pocas...

4. Cazar para nuestro perro

Si de verdad quieres disfrutar con la caza de perdices bravas, no enfoques tu actividad siempre al momento de la resolución del lance. El disparo a todos nos gusta, pero no es más que un acto final y casi nunca es lo más importante en esta actividad. Caza para que tu perro tenga opciones de captar emanaciones, de encontrar rastros, de entrar donde calculas que están las perdices en bando o alguna amagada. Provoca que cada lance sea una acción educativa para tu perro, que aprenda a entrar bien, a parar a la que se está escurriendo, a mostrar debidamente, en complicidad contigo, y a levantar finalmente para que seas tú quien abata la pieza de la mejor forma posible. ¿Tirar sólo cuando hay muestra? Eso es imposible y carece de un fundamento lógico para la mayoría. Lo que sí debes fomentar es que el perro trabaje bien y gestione adecuadamente cada rastro o emanación. Después, unas perdices se dejarán mostrar; la mayoría, no.

5. Sacar las perdices dulcemente

Aprende a dar valor a cada acción de tu perro y a buscar el enfoque lógico y práctico de cada una de las tuyas; cada cual debe hacer bien su trabajo. En este sentido, hay que fomentar que nuestro perro entre a la pieza y sea él quien la levante. El perro aprende a escuchar a la pieza, a valorar la intensidad de la emanación y a discriminar cuándo la perdiz sigue amagada y cuándo está escurriéndose. Es nuestro perro quien debe entrar a sacar la perdiz, y con ello, y siempre que se sienta seguro y respaldado por nosotros, irá sacando la caza cada vez en mejor disposición para el disparo. No debe atropellar el escondite. Debe aprender a interpretar los signos y a entrar de la mejor forma posible según nos vea situados y según entienda que facilita el disparo. De que la patirroja salga dulcemente o de que lo haga arremolinada y con vuelo irregular por el miedo depende en muchos casos que logremos abatirla. Y escúchame: por mucho que te digan, que sea tu perro quien saque la pieza. Tú sitúate bien para abatirla; ésa es tu labor.

(Texto: Miguel Soler. Fotos: Alberto Ánibal Álvarez)

lunes, 4 de octubre de 2010